Mucho se ha hablado de la pérdida progresiva de la capacidad de asombro o indignación del dominicano ante los actos de delincuencia y corrupción. Un millón de veces hemos repetido como cotorras que nada nos sorprende, que eso es cosa nuestra, que es el pan de cada día y muchas otras expresiones que no son más que una manera de justificar nuestra “resignación” a no intentar cambiar o mejorar lo que tenemos como nación.
Obviamente, somos muchos los que nos preocupamos por la situación, cada día peor, de nuestro país, somos muchos los que opinamos, criticamos y señalamos a los que consideramos culpables del descalabro de nuestro sistema-país. Pero, siendo honesto, nuestra mentalidad individualista y egoísta (de todos sin excepción) nos mantiene pasivos ante la realidad. Nos preocupa y lo comentamos, pero no hacemos nada al respecto y sinceramente, en un país donde todo el mundo solo se preocupa por el bienestar particular, como mucho el de la familia, no es tan fácil que alguien se decida a ser el “promotor de una revolución”, ya que esto siempre implica el sacrificio personal, el de la familia y el de muchas facilidades y prerrogativas que los demás si podrán disfrutar.
Entonces creo que estamos necesitando un ser humano desprendido, dispuesto a entregarse a una causa, un personaje carismático, que motive al pueblo, que sus discursos estremezcan las masas y las hagan vibrar, con propuestas atrevidas y renovadoras, de esas que cuando las oyes por primera vez te parecen ridículas y descabelladas, pero una vez que lo analizas y escuchas la convicción con que son planteadas te das cuenta de que las cosas pueden mejorar y ser diferentes. Y lo más importante, que su practicidad y pragmatismo le permitan fácilmente convertir sus teorías en sólidos planes de acción.
Creo que eso le falta a los “pocos buenos líderes” que tenemos fuera de los partidos tradicionales (o dentro de los mismos). Si éstos tuvieran ese carisma “Chavístico” o “Fidelístico” (sin ánimos de hacer comparaciones o de proponer un gobierno netamente izquierdista en el país) ya se hubiese producido un cambio en nuestra patria. Creo que muchos de nosotros los jóvenes haríamos grandes aportes y contribuciones, pero resulta difícil levantarse del sillón, descuidar el trabajo y la familia para empezar a construir un proyecto de nación. No todos se atreven a dar el primer paso y se requiere de mucho coraje para hacerlo, pero cuando alguien lo haga espero estar en primera fila, al frente de las ideas que promuevan el cambio.
¿Aparecerá ese líder que buscamos en algún momento? En el horizonte inmediato no se vislumbra uno, pero hay que mantener la fe. Sin ganas de idolatrar o endiosar a nadie, creo que nuestro país necesita una especie de “MESÍAS”. ¿Ustedes que creen?